La boda íntima de Macarena y Nacho en Campolivar

Nos encontramos en la barra pidiendo un vino blanco durante el coctel y tras el típico: “¿Tú de quién eres? ¿De la novia o del novio?”, estuvimos hablando un ratito y algo se encendió… Había mucha conexión, algo muy poco común entre dos completos extraños. Después de comer Nacho se acercó a mi mesa y me invitó a bailar con él y ya prácticamente no nos separamos durante el resto de la boda. El resto es historia, como dice el refrán “De una boda sale otra boda”, y la nuestra, aunque a causa de la Covid y más tarde de lo previsto, salió.

Así nos cuenta Macarena cómo conoció a su ahora marido, Nacho.

La verdad es que yo tuve muy claro desde el principio que Nacho era la persona con quien quería compartir mi vida y formar una familia. Casi un año y medio después de conocernos me pidió que me casará con él. Estábamos esquiando en Baqueira, y propuso parar a hacernos una foto en una pista que tiene un mirador precioso. Aprovechando que estábamos con varios amigos le pidió a una de ellas que grabase y cuando se suponía que nos íbamos a hacer una foto se arrodilló (con botas de esquiar y nieve) y me pidió que me casase con él. No me lo esperaba, ¡fue un momentazo! Luego no había quien bajase el resto de la pista esquiando. Fijamos la fecha para abril de 2020.

Tras unos meses llenos de incertidumbre y de cambios a causa de la situación de pandemia, Macarena y Nacho decidieron darse el “sí quiero” la tarde del 27 de junio de 2020, en una celebración muy íntima.

«Nada más levantarme abrí una carta de Nacho, que había llegado con unas flores preciosas el día anterior, pero que no podía abrir hasta el día de la boda. Esas fueron las primeras lágrimas de emoción del día» relata Macarena.

La novia escogió un diseño de crepe y muselina de Pilu Ugarte y zapatos de Lola Cruz. Llevó unos pendientes de la madre de Nacho, y un broche de su abuela. Lourdes Cruz, hermana de la novia, fue quien la peinó y maquilló para el gran día. Su ramo fue de The Taller, de rosas blancas, que eran las favoritas de su suegra.

Nacho lució un elegante chaqué de Tom Black, un chaleco de seda salvaje de Telas Catalá y corbata de Solo Io.

La ermita de Campolivar fue el lugar escogido por la pareja para recibir el sacramento del matrimonio. En ese bonito espacio, decorado por la madre y la tía de la novia, la pareja y sus invitados más íntimos compartieron de una emotiva ceremonia. Macarena recuerda con emoción el momento en el que bajó del coche junto a su padre, y el ver a amigos y familiares que se acercaron a la ermita para verlos casarse. “Fue una sorpresa y un regalo”, recuerda.

El rito del matrimonio fue muy especial para mí”, cuenta la novia. “Soy una persona muy católica por lo que el momento de decir los votos matrimoniales tenía muchísima importancia para mí. Lo viví con nervios y emoción, tantos que me confundí varias veces. (No hubiese sido mala idea leerlos, yo los dije mirando a Nacho y los nervios me jugaron una mala pasada… eso sí todos nos reímos bien a gusto)”.

El convite se celebró en una casa familiar en Campolivar, donde disfrutaron de la cena ofrecida por Bárbara te Cocina, y el postre por Ángela Vidal. El espacio estuvo decorado también por la tía de Macarena, con flores de The Taller.

Las fotos corrieron a cargo de Vicente García Menacho.

La pareja celebró su enlace con un bonito viaje a Menorca.

Cuando la situación lo permita, Macarena y Nacho celebrarán su boda con el resto de sus invitados, ¡espero que lo disfrutéis tanto como os merecéis, chicos!

Acabo este post con las palabras de Macarena, que me han emocionado mucho. Creo que es una gran inspiración para todas las parejas que estéis pasando por situaciones similares.

«Tras 12 intensos meses de preparar con mucha ilusión el día de nuestra boda, fijado para el mes de abril de 2020 , a escasas 4 semanas del que iba a ser el mejor día de nuestra vida, nos vimos obligados a suspender la boda debido a la Covid. Decidimos, con mucha pena, que lo más sensato era posponer la boda y empezamos a pensar plan B. Fijamos la nueva fecha para noviembre de 2020.

El estado de alarma se alargaba cada vez más, así que Nacho y yo decidimos que, en cuanto este acabase y su familia pudiese viajar desde Madrid a Valencia, nos casaríamos en una celebración intima a la espera de la gran fiesta de noviembre. Decidimos darle importancia a lo que de verdad la tenía para nosotros, que era comenzar nuestra familia y recibir el sacramento del matrimonio. No queríamos posponer más nuestros planes por no poder celebrarlo como lo teníamos previsto, así que tomamos la decisión de renunciar a nuestra gran boda para tener una boda íntima. El tiempo nos enseño que fue una sabia decisión puesto que en noviembre no pudimos hacer la celebración con nuestros amigos y familia. Así, lo que originalmente iba a ser una boda de 400 invitados se convirtió en la ceremonia más bonita e íntima a la que he asistido. El hecho de ser solo la familia directa y nuestros íntimos amigos contribuyó a que la ceremonia fuese súper especial. Realmente fue mágico, un regalazo. Y lo más importante, por fin éramos marido y mujer.

A pesar de que nos acordamos mucho de nuestros tíos, primos, amigos y gente querida que no pudo acompañarnos físicamente, sentimos el cariño de todos muy cerquita y estuvieron presentes en espíritu».

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